Inaugurado en 1917 en la avenida Boedo 74. Fundado por la familia Merzario, este café no sólo ofrecía un espacio para el esparcimiento, sino que también se convirtió en un epicentro cultural y deportivo que reflejaba la esencia del barrio y su gente…
El nombre “Dante” rinde homenaje al célebre poeta italiano Dante Alighieri, autor de “La Divina Comedia”. Este tributo literario no fue casual, ya que el café se distinguía por su ambiente intelectual y artístico. Su escudo, que combinaba una pluma, una guitarra, un casco, una pelota de fútbol y una paleta con pinceles, simbolizaba la diversidad de actividades y conversaciones que allí tenían lugar: desde debates literarios y políticos hasta charlas sobre tango y fútbol.
A lo largo de los años, el Café Dante cambió de propietarios, incluyendo a los Alberi, José García y Pablo Figueras, todos ellos fervientes seguidores de San Lorenzo. Este vínculo con el club se fortaleció con el tiempo, convirtiendo al café en una especie de “sucursal” no oficial de la institución deportiva. Jugadores, dirigentes y aficionados se reunían allí para compartir sus pasiones y celebrar los logros del equipo.
Entre los dirigentes destacados que frecuentaban el Café Dante se encontraba Pedro Bidegain, un influyente caudillo radical que, además de ser presidente de San Lorenzo, desempeñó roles como gerente del matadero y diputado nacional. Su liderazgo y compromiso con el club fueron fundamentales para consolidar a San Lorenzo en sus primeros años.
Otro dirigente notable fue Enrique Pinto, quien también dejó una huella significativa en la historia del club y solía compartir largas charlas en el café con socios e hinchas.
El café también era frecuentado por jugadores emblemáticos de la época. Alfredo Carricaberry, conocido como “El Vasco”, era un asiduo visitante. Después de los partidos, Carricaberry se acercaba al Café Dante para compartir momentos con los hinchas, quienes lo admiraban y alentaban. Su presencia en el café reforzaba el vínculo entre los jugadores y la comunidad, creando un sentido de camaradería y pertenencia.
Además de Carricaberry, otros jugadores como Luis Monti, Alfredo Larmeu, Pedro Omar, José Fossa, Alfonso Lujambio, Enrique Monti, Juan Maglio y Pedro Etchegaray solían reunirse en el café. Estas reuniones no solo fortalecían la cohesión del equipo, sino que también permitían a los aficionados interactuar directamente con sus ídolos, compartiendo anécdotas y celebrando victorias.
El Café Dante no solo fue un punto de encuentro para el fútbol, sino también para la cultura. Figuras destacadas de la literatura y el tango, como José González Castillo, Alberto Vacarezza, Folco Testena, Edmundo Montagne, José Mauricio Pacheco, Alberto Weisbach y Elías Alippi, eran visitantes habituales. Estos intelectuales y artistas encontraban en el café un espacio propicio para la creación y el intercambio de ideas, enriqueciendo la vida cultural del barrio.
El tango, en particular, tenía una presencia notable en el Café Dante. Compositores como Cátulo Castillo crearon allí piezas emblemáticas como “María”, “La Última Curda” y “Tinta Roja”. Estas composiciones capturaban la esencia del barrio y del café, reflejando las emociones y vivencias de sus habitantes. Además, tangos como “El Ciclón” y “El Dante”, con letra de José Golvar y música de Julio Boccazzi, honraban al café en sus versos, perpetuando su legado en la cultura popular.
El Café Dante también fue testigo de movimientos sociales y políticos. En la década de 1930, miembros del Grupo Literario de Boedo, conocido por su compromiso con causas sociales y su enfoque en la realidad de las clases trabajadoras, frecuentaban el café para debatir y compartir sus escritos. Asimismo, en la década de 1950, se formó en el café la “Lista Popular”, liderada por hombres que buscaban recuperar el prestigio de San Lorenzo y devolverle su posición destacada en el ámbito deportivo y social.
El ambiente del Café Dante era una mezcla vibrante de discusiones políticas, literarias y deportivas. Las mesas de billar atraían a jugadores y espectadores, mientras que las charlas sobre los partidos de San Lorenzo y las últimas novedades culturales llenaban el aire. Este entorno fomentaba una comunidad unida, donde las diferencias se desvanecían ante las pasiones compartidas. A pesar de su relevancia, el Café Dante cerró sus puertas en 2004, marcando el fin de una era para Boedo y San Lorenzo. El año 2014 el grupo artístico Boedo crea su mural número 45, que fue realizado sobre las persianas del antiguo bar, emulando la fachada original.
El Café Dante fue más que un simple establecimiento; fue un símbolo de la identidad de Boedo y de San Lorenzo de Almagro. Su combinación única de cultura, deporte y comunidad lo convirtió en un lugar especial, donde las pasiones se entrelazaban y las historias se tejían en cada rincón. Aunque ya no esté físicamente presente, su esencia continúa inspirando y recordando la rica herencia de un barrio y su gente.
(Por F.Q.)