El día que Borges se hizo de San Lorenzo…

Jorge Luis Borges nunca fue un hombre de fútbol. Su universo estaba hecho de bibliotecas y laberintos, de palabras que desafiaban el tiempo y el espacio. Sin embargo, en su vida hubo un momento en el que la literatura y la pasión futbolera se cruzaron en el corazón de Boedo, en la Biblioteca Miguel Cané, a pocas cuadras del Gasómetro.

Entre 1937 y 1945, Borges trabajó en esa biblioteca, ubicada en Carlos Calvo 4319 y Avenida La Plata. Allí, en un ambiente donde los libros convivían con la cultura popular del barrio, se encontró con una pregunta inesperada:

—¿De qué cuadro sos?

La respuesta de Borges quedó inmortalizada en su estilo inconfundible:

—¿Cómo de qué cuadro? ¿Qué quiere decir eso?

Cuando sus compañeros le explicaron que todos allí eran de San Lorenzo, el escritor respondió con ironía:

Bueno, yo también voy a ser de San Lorenzo ahora que ustedes me han explicado la cosa, con tal de que no me hagan ir al fútbol.

Su tono era el de alguien que evitaba los rituales de la multitud, pero su respuesta también dejaba entrever algo más: San Lorenzo no era solo un equipo de fútbol, sino una parte inseparable de la identidad de Boedo, tan presente en el barrio como la misma biblioteca donde Borges pasaba sus días.

Boedo siempre fue un barrio donde el arte y la cultura se entrelazan con la vida cotidiana. Fue cuna del Grupo de Boedo, donde escritores como Elías Castelnuovo y Roberto Arlt plasmaron la realidad social en su literatura. También vio nacer a Homero Manzi, quien convirtió el tango en poesía. Y, por supuesto, fue el hogar de San Lorenzo de Almagro, el club que latía en cada esquina, en cada conversación, en cada familia del barrio.

La Biblioteca Miguel Cané, donde Borges trabajó, no era un simple espacio de lectura. Fundada en 1927, el mismo año en que San Lorenzo se consagró campeón, fue un refugio para los lectores del barrio y, sin saberlo, una fuente de inspiración para Borges. Se dice que su cuento La Biblioteca de Babel, donde imagina un universo infinito de
libros, tuvo su origen en aquellos pasillos.

Pero en esa biblioteca también habitaba el fervor azulgrana. Allí, Borges encontró el peso de la identidad sanlorencista, que no necesitaba de la cancha ni de los goles para hacerse sentir.

Desde su origen, San Lorenzo no fue solo un club de fútbol. Su fundador, el padre Lorenzo Massa, además de ser el guía de aquellos jóvenes que encontraron en el club un hogar, también fue escritor e historiador. Su visión trascendía lo deportivo: entendía que San Lorenzo debía ser un espacio de valores, cultura e identidad.

En ese sentido, el encuentro de Borges con San Lorenzo en la biblioteca de Boedo no fue
una simple anécdota. Fue la confirmación de que el club era más que fútbol: era parte de la historia y la cultura porteña, un símbolo del barrio que incluso un hombre ajeno al deporte no podía ignorar.

El destino quiso que Borges hablara de San Lorenzo en 1979, justo cuando el club enfrentaba el cierre de su estadio, el Gasómetro. Mientras el escritor celebraba sus 80 años, Boedo se preparaba para perder su templo futbolero. Dos historias que parecían separadas, pero que, de alguna manera, estaban unidas por el barrio.

Hoy, el vínculo entre Borges y San Lorenzo sigue siendo un guiño de la historia, una curiosidad literaria que refuerza la identidad azulgrana. Porque Boedo es eso: el barrio donde la literatura y el fútbol se dan la mano. Y donde, aunque solo fuera por un instante, Jorge Luis Borges se hizo de San Lorenzo.

(Por F.Q.)

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